VIETNAM
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KIM PHUC PHAN THIEN
 
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Es una fotografía que probablemente nunca se olvide permanecerá con el paso del tiempo en la retina del mundo. Está pequeña muchacha, corre sin ropas con su cuerpo quemado por una bomba del napalm, sale de su aldea ardiendo y gritando. Lleva los brazos en cruz víctima del terror y dolor.

Está fotografía fue merecedora al premio de Pulitzer por el fotógrafo Nick Ut que ayudo a comprender mejor los horrores de la guerra de Vietnam. La aldea de Trang Bang fue bombardeada el 8 de junio junio de 1972 durante un ataque aéreo contra las localizaciones sospechosas del Viet Cong. Muchos murieron y la vida de una pequeña muchacha cambió para siempre.

Pese a las terribles de sus quemaduras, esa pequeña muchacha sobrevivió al destino. El fotógrafo la ayudo a salir de la zona, la colocó en un vehículo y la acompaño hasta el hospital. La pequeña Kim aguantó hasta ser atendida en el hospital mas cercano de Cu Chi y durante catorce meses sufrió una rehabilitación dolorosa debido al tercer grado de sus quemaduras en la mitad de su cuerpo.

Cuando su padre la encuentra, Kim Phuc estaba totalmente destrozada; las quemaduras alcanzaban el setenta por ciento del cuerpo. La ingresan en aquel hospital de campaña de zona, y con escasos recursos clínicos. Las esperanzas de los médicos para salvarla eran prácticamente nulas.

Desde la rupestre clínica de campaña, Kim Phuc fue trasladada urgentemente a una zona de seguridad e ingresada en otra de más dotación quirúrgica asistencial. Su estado tan grave hizo temer por su vida durante más de cuatro meses; había perdido gran parte de sus defensas y los procesos de rehidratación que le hacen contra los efectos del napalm eran lentos y clínicamente difíciles.

El tratamiento que me hicieron, aunque yo no era consciente de lo que hacían; fue muy duro. Durante casi seis meses estuve tumbada boca abajo; no podía comer ni ingerir nada por las quemaduras en labios y boca. Viví con transfusiones de sangre, suero y goteo. Para aliviar el dolor corporal, además de calmantes, limpiaban permanentemente mi cuerpo con agua fresca, chorros del agua, aliviándome como nadie puede imaginarse.

Más tarde, Pham Thi Kim Phuc, sobre todo en los hospitales de la Habana, fue sometida a trasplantes de piel.

Las neuralgias que solía tener, se iniciaban en el cuello y continuaban hacia la cabeza. Actualmente su piel no es natural y que, por tanto, carece de poros. Por eso he tenido muchos contratiempos para estudiar y para trabajar; al empezar a estudiar medicina, su salud se quebró del todo, y tuvo que abandonar las clases, uno de los sueños de su vida. Conoce al periodista alemán Pery Kzet y la propuso llevarla al Centro de Curación de Quemaduras que está en Alemania, a trescientos kilómetros de Bonn, y que él correría con todos los gastos.

Allí mismo, en el Centro de Curación de Quemaduras de la República Federal alemana, fue operada varias veces, desde su ingreso en el hospital especializado en julio del año 1984. Allí logran que sus brazos recuperasen casi el 95 por ciento de la flexibilidad natural.

Le recomponen y le arreglan el cuello y la nuca, la cintura, todas las articulaciones y todo su cuerpo, de arriba abajo. Pero la recomposición casi total la completarían con operaciones posteriores en Cuba en un recordó de intervenciones que superaba el medio centenar.

En la edad adulta, Kim abandono sus estudios de medicina debido a la presión sobre su caso a nivel internacional era para los vietnamitas el "símbolo de la guerra entre el pueblo." Después de una súplica al jefe del gobierno vietnamita, fue autorizada para salir del país y reanudar sus estudios en Cuba. Kim conoció a su futuro marido mientras que estudiaba en Cuba. Ella desertó a occidente. En su luna de miel en 1992, el barco que los transportaba y durante una operación de reaprovisionamiento de combustible en Gander, Terranova, Canadá y pidió asilo político.

Llego a un nuevo país nuevo con una familia joven, la historia de Kim continúa. Durante todo este tiempo se la he utilizado para rodear de mas confusión los hechos verdaderos de como se hizo el bombardeo pero hay un hecho Kim Phuc se convirtió en una niña inocente víctima de una guerra injusta. Ahora, ella utiliza su notoriedad para hablar sobre la paz. En noviembre de 1997, Kim fue nombrada embajadora de buena voluntad para la organización educativa, científica y cultural de las Naciones Unidas. Anteriormente en 1997, ella fundó la fundación Kim Phuc en Chicago, para ayudar a las víctimas inocentes de la guerra.

Actualmente, es Vietnamita nacionalizada canadiense, Kim Phuc es defensora de la paz y un símbolo vivo de los sufrimientos infligidos a víctimas inocentes de las guerras.
Su imagen corriendo quemada por las bombas de napalm durante la guerra de Viet Nam conmovió al mundo entero y contribuyó a crear una conciencia internacional de los horrores de la guerra. Desde entonces, Kim Phuc es portadora de un mensaje de perdón, reconciliación y tolerancia. Aunque perdonó, Kim Phuc Phan Thi no ha olvidado. Durante una ceremonia conmemorativa de la guerra de Vietnam, perdonó públicamente a los instigadores del bombardeo con napalm, responsables de tantos sufrimientos. Desde entonces ha dedicado su vida a la promoción de la paz y fundó, con este objetivo, la “Fundación Kim Internacional” que se ocupa de los niños, víctimas inocentes de las guerras, aportándoles tratamiento médico y psicológico para ayudarlos a superar sus traumas.

Una de las entrevista a Kim Phuc

El 8 de junio de 1972, un avión de Vietnam del Sur bombardeó con napalm la población de Trang Bang.

Allí se encontraba Kim Phuc con su familia. Con su ropa en llamas, la niña de nueve años corrió fuera de la población. En ese momento, cuando sus ropas ya habían sido consumidas, el fotógrafo Nic Ut registró la famosa imagen. Luego, Nic Ut la llevaría al hospital.

Siempre recuerdo ese día. Nos habíamos refugiado con mi familia, vecinos del pueblo y soldados en el templo. Habíamos almorzado, cuando vimos el humo amarillo despedido por los aviones para marcar el blanco de un bombardeo.

Nos dimos cuenta de que iban a atacar el templo Cao Dai. Los soldados, survietnamitas, nos dijeron que debíamos salir, primero los niños.

Comencé a correr con los otros niños. Veía que el avión volaba cada vez más bajo y más cerca, cuando de pronto lanzó cuatro bombas.

Sabía que debía seguir corriendo, pero era una niña, y cada tanto me detenía a mirar. Repentinamente escuche las explosiones, y me vi rodeada de fuego, estaba por todas partes. Sentí el fuego en mi brazo izquierdo. Recuerdo que pensé, ¡oh, no! tengo quemaduras, ¡ya no seré normal! Estaba tan asustada. Mis ropas se consumieron con el fuego. Agradecí a Dios que mis pies no se habían quemado, y pude seguir corriendo.

Huí del fuego y recuerdo que pude ver a mis hermanos y a mi primo, sólo corríamos y corríamos. En un momento estaba tan exhausta que no pude más y me detuve. Uno de los soldados me dio agua para beber. Yo gritaba, nam ua, nam ua , en vietnamita, que significa, demasiado caliente. El soldado tenía una cantimplora con agua y la vertió sobre mi cuerpo. Ahora sé que no debía hacer eso, pero él intentó ayudarme.

En ese momento me desmayé y ya no supe más nada, hasta que me desperté mucho, mucho después en un hospital.

Creo que es una imagen terrible, porque en ella podemos ver cuán atroz puede ser la guerra. No hay que decir mucho. Cualquiera que vea esa fotografía puede ver la profundidad del sufrimiento, la desesperanza, el dolor humano de la guerra, especialmente para los niños.

Ese día perdí a mis dos primos, uno de nueve meses y otro de tres años. Mi tía, la madre de los niños, sufrió graves quemaduras en un brazo y en una pierna. Ella aún vive en Vietnam.

Supe después que después de quedar inconsciente quien me llevó al hospital fue el "tío Ut", como yo llamo a Nick Ut (el fotógrafo vietnamita de la agencia Associated Press que capturó la famosa imagen).

Me llevó en su auto. Mis padres no estaban allí. Ellos corrían detrás de nosotros y no pudieron atravesar el fuego, así que debieron regresar al templo.

Fue terrible. Era tanto el dolor y la picazón. Estaba discapacitada, mi brazo, mi mano, mi axila, mi cuello, se contrajeron, y tenía que hacer ejercicios cada hora, cada día, y toda vez que lo hacía el dolor era enorme.

No quería hacerlo, pero mi mamá me alentaba, y todos los miembros de mi familia, siempre que podían venían a ayudarme.

Sufrí mucho con el dolor físico, además de las pesadillas frecuentes, del trauma.

Era muy doloroso porque las enfermeras tenían que colocarme en esa bañera y cortar la piel muerta. Debían hacerlo para prevenir una infección.

Recuerdo esos baños cada mañana. Llegaba un punto en que ya no podía aguantar más el dolor y me desmayaba. Y eso me pasaba casi todos los días.

Yo sabía de la guerra, oía hablar de ella, pero nunca se me había aparecido. Teníamos todo, mi mamá tenía un restaurante, mi hermana era maestra.

Cuando volvía de la escuela, entraba a mi casa, grande y preciosa y me sentía como una princesa entrando a su palacio.

Pero de repente llegó la guerra, y se lo llevó todo. Lo llevó todo.

Sufrí tanto dolor, pesadillas. Todo eso fue generando en mí una carga de odio, ira, resentimiento. Me preguntaba, ¿por qué a mi?

Pero ahora le agradezco a Dios, que cuando me hice cristiana y me acerqué a Jesús, mi fe realmente me ayudó y recé para que Dios me ayudara a liberarme de esos sentimientos.

Odiaba a todo el mundo, no quería seguir viviendo. Pero al rezar, Dios me ayudó y mi fe me llevó a otra etapa. Pude cambiar el significado para mí de lo que sucedió y puedo vivir con alegría, paz en mi corazón, esperanza y perdón. Me doy cuenta de que Dios tocó mi vida.

Y pude salir al mundo y ayudar a otras víctimas.

Antes de ello, vivía en aquella batalla interna y oscuridad. Nadie puede ser feliz así.

Ahora vivo en el presente, y tengo una familia maravillosa.

De mi etapa en Cuba tengo muchos recuerdos , mucha gente que me ayudó, como mi familia adoptiva, mami Nuria y papi Manolo, ellos me querían mucho, y yo pude aprender español, fue magnífico, quiero mucho a Cuba, el país es muy lindo y la gente muy amable, amistosa.

Allí me casé con mi marido, vietnamita, tengo muy buenos recuerdos. No quiero perder mi español. Tengo deseos de, algún día llevar a mis hijos Thomas y Steven a Cuba, para que conozcan a mi familia adoptiva y a mis amigos. Hablan un poquito de español porque yo les enseño, cada día les enseño una palabra nueva

11 de Noviembre de 1996 - C.C. De Washington Kim Phuc hizo un Discurso en el Monumento de la guerra de Estados Unidos y Vietnam.

discurso:

Queridos Amigos:

Me plazco de estar con ustedes hoy. Les agradezco por darme la oportunidad de hablarles y de satisfacer en este día de los veteranos.

Como ustedes saben yo soy la pequeña muchacha que gritaba para escaparse del fuego del napalm. No deseo hablar de la guerra porque no puedo cambiar historia.

Quisiera solamente que usted recordaran la tragedia de la guerra para hacer cosas para parar la lucha y la muerte alrededor del mundo.

He sufrido mucho de dolor físico y emocional. Pensé a veces que no podría vivir, pero dios me ahorró y me dio la fe y la esperanza.

Incluso si podría hablar cara con cara con el piloto que disparó las bombas, le diría que no poder cambiar historia sino que debemos intentar hacer buenas cosas para el presente y para que el futuro promueva la paz.

No pensé que podría casarme ni tener hijos debido a mis quemaduras, pero ahora tengo un marido maravilloso y un hijo encantador y una familia feliz.

Mis queridos amigos, sueño para que algún día todo el mundo puedo vivir en la verdadera paz -- no haya lucha, y ninguna hostilidad. Debemos trabajar juntos para construir la paz y la felicidad para toda la gente en todas las naciones.

Gracias por dejarme ser una parte de este día importante.

   
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