Se alza sobre los restos de una antigua mezquita, sus comienzo se remontan al siglo XI y tiene un predominio del nuevo estilo mudéjar, aunque tiene alguna características del antiguo estilo gótico como la altura de las naves o los rosetones de las puertas. De esta parta más antigua la planta es cuadrada y las ventanas son de doble arco de herradura enmarcado por un alfiz.

Los muros son de mampostería con refuerzos de ladrillo. La cabecera está compuesta por tres ábsides semicirculares en degradación.

En su interior se conserva intacta la estructura original compuesta por tres naves con crucero y tres ábsides. Se aprecian formas que anticipan el gótico, como la bóveda de cañón apuntado en la cabecera y los pilares de separación de las naves. No obstante, conserva elementos mudéjares como la techumbre de madera y las inscripciones rituales árabes.

El interior contiene un artesonado con inscripciones árabes, y el retablo plateresco que se ubica en el altar mayor, obra de Francisco de Espinosa, con pinturas de Juan de Tovar.