VIETNAM
BLOG VIAJE DE BELEN BEORLEGUI, DESDE HANOI A HOCHIMINH Y ANGKOR
 
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Después de organizar a toda la familia para que se quedara con nuestros 3 hijos pequeños, el día 26 de octubre Rafa y yo emprendimos un viaje que hacía mucho tiempo que habíamos deseado hacer: viajar a VIETNAM. Tras casi 14 horas de viaje (incluyendo una escala técnica en Roma) llegamos a Bangkok, donde cogimos otro vuelo hacia Hanoi (menos de 2 horas). Llegamos sobre las 10 de la mañana y en el aeropuerto nos recogió el que fuera nuestro guía durante 7 días: Buy Huy Tho (Tho en adelante) para llevarnos al hotel Melia Hanoi, donde nos alojamos durante nuestra estancia en Hanoi. En el trayecto recorrido, ya tomamos un primer contacto con la ciudad: alucinamos con la cantidad de tráfico de motos y de bicicletas que hay y, sobre todo, con la gran contaminación acústica que existe. Algo muy curioso es que todo aquel que conduce un coche o moto toca la bocina para “avisar”, y claro.. miles de motos “avisando”... os podéis imaginar el ruido que hacen. Tras una merecida ducha, salimos a dar una vuelta y comimos en un pequeño restaurante local donde son aprendices de cocina y, además de ser muy barata y rica la comida, el sitio es muy acogedor.

Después de comer volvimos en un cyclo pousse al hotel (son una especie de carritos donde pueden ir sentados 2 personas (mejor delgaditas), tirado por un vietnamita delgado que es capaz de llevarte dando pedales hasta donde le digas por un dólar). Ya en el hotel, Tho nos recogió con un coche y nos llevó al espectáculo de las Marionetas del Agua que, sinceramente, la idea es muy buena y está muy bien organizado, pero debido al cansancio del viaje, se me hizo un poco largo. Cuando terminamos, unos 45 minutos después, Tho nos llevó a ver la Pagoda Ngoc Son y una catedral católica (donde se estaba celebrando una boda local y fue muy curioso ver los preciosos vestidos que llevaban las invitadas). También dimos un paseo por el Mercado Central Han Be, en el cual Tho nos iba explicando qué animal, planta o ser había en cada recipiente y puesto del mercado. Realmente fue una experiencia inolvidable ver, al anochecer, la vida que hay en esta ciudad. Después, ya montados de nuevo en cyclo opuse, nos dimos una vuelta por todo el Barrio Artesanal: cada calle está especializada en una cosa, zapatos, ropa, artilugios para cocinar, para reparar coches, etc. Todo lo que te puedas imaginar está en esas calles de Hanoi.

Ya muertos de cansancio, volvimos al hotel donde cenamos y nos fuimos a dormir unas cuantas horas para recuperarnos.

A la mañana siguiente, después de un suculento desayuno en el hotel, Tho nos recogió con un coche y fuimos hasta Hoa Lu (a unos 130 km de Hanoi). El viaje fue de lo mas entretenido, viendo como vive la gente a las afueras de la ciudad y, sobre todo, como conduce la gente en ese país. Realmente, para los europeos es algo asombroso y en numerosas ocasiones cierras los ojos y piensas que de esta no sales… pero sí, no solo no sales sino que no pasa nada. En los 15 días que estuvimos, solamente vimos unos 3 accidentes sin importancia de bicicletas o motos. Llegamos a Hoa Lu , donde primero visitamos Dinh y los Templos Le, y después fuimos a comer a un restaurante local donde compartimos mesa con una pareja de españoles de Navarra que estaban de viaje de novios. Después de comer, nos montamos en unas pequeñas barcas y dimos un precioso paseo por un paisaje espectacular, donde el cielo y las rocas llenas de vegetación se funden con el cielo; lo único que no me gustó de este paseo es lo “explotado” que lo tienen: a mitad de camino se subió una señora vietnamita a la barca que más tarde, durante el paseo, nos sacó un montón de manteles, camisetas y demás prendas bordadas por ella o por otras mujeres locales; además, a mitad de camino, te “invitan” a comprar algo de beber y de comer diciendo que es para los barqueros que están muy cansados y sedientos. Claro, como buenos turistas y sin querer ofender a los barqueros que tan duro trabajo realizan (no os podéis imaginar lo cansado que es remar con 4 personas dentro de un bote de bambú), compramos las latas, aunque se las abrimos para que se las bebieran porque nos habían contado que ellos nos las abren y luego las revenden. Cuando volvimos a tierra, nos intentaron vender unas fotos que nos habían hecho al inicio del trayecto.

Después del precioso paseo, hicimos el camino de vuelta a Hanoi y, tras recoger el equipaje del hotel, fuimos directamente a cenar a un restaurante muy turístico (Brother's Café), pero que está muy bien ambientado y, al ser buffet, puedes probar gran cantidad de platos vietnamitas que tienen. Hay que decir que su comida es de lo más variada y exquisita, aunque igual Rafa no está de acuerdo del todo conmigo. Yo probé todo lo que me pusieron y lo que más me gustó fueron sus sopas.

Tras la cena, nos dirigimos hacia la estación de tren donde -a las 22 horas- salimos con dirección a Lao Cai, el norte del país. El viaje en tren fue toda una experiencia, dormimos en el vagón Retraco, que es de litera blanda y con 4 camas en cada compartimento. Nosotros dormimos solos -Tho durmió en otro vagón, más barato-, pero como en la cabina de al lado dormía una familia con 2 bebés, los padres y el abuelo, les dejamos nuestras camas libres para que pudieran dejar sus maletas y el carrito del bebé, porque realmente es todo muy estrecho. La noche en el tren fue un poco durilla, porque además de que el camino hacia las montañas está lleno de curvas, cada vez que el tren toma una curva hace un ruido muy poco discreto, pero bueno... las camas son cómodas y por lo menos descansas al estar en horizontal. Lo peor del tren, para mi gusto, fue el tener que ir al baño cada vez que había una necesidad fisiológica.

Llegamos a Laco Cai sobre las 7 de la mañana. Después de desayunar muy cerca de la estación, salimos en coche hacia Bac Ha, un mercado de los más entretenido que solo se celebra los domingos (nosotros organizamos parte del viaje para poder asistir a este mercado). Allí, las diferentes minorías étnicas de la región (Dao, Tay, Giay, Hmong) intercambian sus productos, venden sus mercancías y celebran su día de fiesta. Toda la familia acude a este acontecimiento y quizás han recorrido muchos kilómetros desde las montañas para poder llegar a Bac Ha. Allí hicimos decenas de fotos porque los trajes de las mujeres son preciosos, muy coloridos y muy trabajados, y yo me pregunto que con el calor que hacia (y no fuimos en la época mas calurosa) cómo pueden ellas aguantar tanta ropa y encima cargar con sus preciosos bebes, sus mercancías, sus compras, etc. En el mercado compramos guindillas frescas, plátanos y cojines preciosos. Yo fumé en su pipa tabaco con opio, la verdad es que empecé bien el día… Después de tomarnos una refrescante cerveza local (333-ba ba ba) en un bar donde estuvimos sentados un buen rato charlando con Tho y viendo como paseaba la gente, volvimos a subirnos al coche para tomar dirección a Sapa. Por el camino paramos a ver la frontera entre China y Vietnam donde ves muchísimos camiones pasando la frontera de un país a otro.

Ya en Sapa, fuimos a nuestro estupendo hotel, el Hotel Victoria, que es todo de madera y muy bonito. Allí comimos y nos tomamos la tarde libre para visitar Sapa, su estupendo mercadillo y unas preciosas tiendas llenas de ropa preciosa, bolsos, sedas, etc. Después nos dimos un masaje tailandés (de esos que se suben a tu espalda y te hacen crujir todos los huesos de tu cuerpo, incluido el cuello e incluso te quitan algunos pelos de la cabeza, dicen que relaja mucho). Este fue mi primer masaje, pero hubo otros dos!!!

Regresamos al hotel y dormimos como bebés toda la noche. A la mañana siguiente, subimos al mirador de Sapa para disfrutar de unas danzas de las minorías étnicas. Después salimos hacia las montañas para ver y conocer las formas de vida de las tribus Dao Ropja, H'mong Negra, Tay, Giay, Thai, etc. Andamos durante unas horas y fue una de las mejores cosas que vimos en el viaje. Casi no encontramos a ningún turista y el tiempo acompañó mucho (es muy fácil que diluvie en esta zona del país), pero pudimos pasear muy cómodamente, viendo los preciosos paisajes y jugando con los niños. Me dio un poco de pena porque los niños quieren venderte constantemente cosas que hacen sus madres y yo soy de las que pienso que a los niños no les compro nada. Deberían estar en la escuela que el propio gobierno les facilita con profesorado voluntario, que hace una labor increíble porque no debe ser fácil convencer a los padres para que los niños vayan a la escuela y no intenten vender ni pedir a los turistas.

Cuando estábamos en España, les pedimos a nuestros hijos que hicieran una bolsa con juguetes pequeños que no estuvieran rotos para dar a los niños de allí, ya que pensamos que posiblemente no tendrían muchas cosas con las que jugar. Nuestros hijos nos dieron un montón de coches pequeños, muñequitos, bolígrafos, globos, etc. y fuimos repartiendo todos los juguetes a los niños. Era una gozada ver sus caras de ilusión. El norte de Vietnam es la zona mas pobre del país y aunque siempre tienen arroz para comer, la proteína no abunda mucho en sus platos, al igual que la limpieza en sus vidas. Pero ellos son felices y eso es lo importante.

Después de la caminata, Tho nos preparó algo de comer a base de pan, jamón, queso y pepinillos (me hizo mucha gracia por que me encantan los pepinillos en vinagre y me hizo mucha ilusión comerlos). Allí vimos pescar a unos niños en el río y me encantó ver como disfrutaban de ese juego. Montamos de nuevo en el coche e intentamos ver el Monte Fansipan con 3.142 metros de altura, que ya intentamos ver por la mañana, pero nos fue imposible por la niebla. También subimos a las cataratas de Plata, que son una verdadera maravilla. Recogimos el equipaje del hotel y volvimos por carretera a Lao Cai. Sobre las 8 de la noche nos subimos de nuevo a nuestro tren Retraco para hacer el camino de vuelta a Hanoi. En esta ocasión dormí mejor. Llegamos a Hanoi sobre las 6 de la mañana, Tho nos dejó en el hotel para poder desayunar y darnos una ducha (hay que decir que en los hoteles que lo necesitamos, siempre nos dejaron darnos una ducha y cambiarnos de ropa en el gimnasio del hotel y se agradece mucho). Tho se fue a su casa para ver a su mujer y cambiarse de ropa, mientras nosotros desayunamos en el hotel. Después vino a recogernos para ir hacia la Bahía de Halong, a unas 3 horas en coche.

De camino hacia Halong, Tho nos da la mala noticia de que un tifón se está acercando a Vietnam y que la visita que teníamos prevista para Hoian tiene que ser cancelada por seguridad. Parece que el tifón es muy fuerte y no quieren arriesgarse a que nos pase nada, así que tenemos que decidir que hacemos con esos 2 días que teníamos previstos pasar en Hoian. Yo me quedé muy desilusionada porque todo el mundo habla muy bien de esta ciudad, dicen que es preciosa y muy tranquila. Además, quería hacerme ropa, ya que dicen que es muy barata.. Decidimos pasar dos noches en el barco y ampliar una noche en Saigon.

Llegamos a un barco de madera precioso donde había 6 camarotes, pero nos dicen que nosotros dos somos los únicos pasajeros del barco. Pasamos dos días con 5 miembros de la tripulación (capitán, cocinero, camarera y otros 2 que hacen un poco de todo) y Tho, nuestro guía. El barco es precioso, el camarote (nos han dado uno bueno) es muy bonito, con una cama grande y decorado con cosas típicas de las etnias del norte. En la parte de abajo del barco están los camarotes, cocina, sala de maquinas y el habitáculo del capitán; en el segundo piso, hay una terraza muy bonita y el comedor; y en la parte de arriba, hay unas hamacas muy cómodas para contemplar el maravilloso paisaje mientras tomas el sol.

Salimos de la Bahia, donde hay cientos de barcos como el nuestro, algunos mucho mas grandes. También hay barcos solo para pasar el día y no dormir. Yo recomiendo buscar un barco pequeño, es mucho más acogedor que los enormes que hemos visto navegando por la bahía. Nuestro barco se llamaba Annam Junk y lo recomiendo encarecidamente.

Durante los casi 2 días que estuvimos en la bahía, pudimos contemplar y disfrutar de un espectáculo increíble, donde el sol y la luna parecen tener una luz especial en esta bahía de más de 3000 islotes. Se respira mucha tranquilidad. Visitamos la Cueva Luon , donde crían las perlas; pueblecitos que están encima del mar; subimos a un mirador con una vista excepcional; nos bañamos al atardecer y todo eso acompañado de buena comida y mejor compañía; leímos, hicimos fotos, intentamos pescar calamares y, por las noches, dormir sobre un mar tranquilo que te mece hasta que caes en los brazos de Morfeo. Por las noches, todos los barcos se ponen en circulo encienden sus luces. Yo me temo que en verano, donde claramente hay mas visitantes, debe estar demasiado congestionado de barcos, porque incluso en esta época, que es bastante tranquila, había muchos barcos navegando por la bahía. Solo espero que no la destrocemos…

Ya de vuelta en Hanoi, fuimos directamente al aeropuerto para coger un vuelo a Nha Trang. Allí nos despedimos de nuestro amigo Tho, con el que hemos estado siete días estupendos y nos ha enseñado muchas cosas de Vietnam. Todavía recuerdo su risa cuando al preguntar yo el precio de algo a los nativos y me decían una cifra muy alta, para empezar con el regateo yo les decía “Oi Choi!!!! Dat Cua!!!!”, que significa “Dios mío!!! Qué caro!!!”. Tho se partía de risa. Seguro que lo he escrito mal y espero que me perdonéis.

Llegamos a Nha Trang, donde nos alojamos en uno de los mejores hoteles en los que hemos estado nunca. Es pequeñito, pero sencillamente maravilloso. Se llama Ana Mandara y, aunque hay que decir que no es barato, lo cierto es que tiene un servicio digno de unos reyes. El hotel es muy cuco, las habitaciones son cabañas muy grandes con una cama preciosa con dosel y mosquitera, todo muy bien ambientado, con una terracita de lujo y, sobre todo, con cientos de detalles que hicieron nuestra estancia muy agradable. Allí conocimos a varias parejas de españoles y con una de ellas compartimos una experiencia increíble en el mismo pueblo de Nha Trang, donde hay un balneario natural. En este balneario nos metimos los cuatro dentro de una piscina llena de barro. En un metro cuadrado estuvimos metidos durante media hora embadurnados de barro y exfoliándonos todo el cuerpo y la cabeza, para luego pasar a tomar el sol y que se secara el barro sobre la piel. Luego hay que meterse en piscinas de agua muy caliente y muy densa y terminar con otro estupendo masaje de una hora. Todo eso por 10 dólares cada uno!!!!. Estuvimos más de 3 horas y salimos relajadísimos.

Después de 2 días estupendos en la playa relajándonos a más no poder, cogimos un vuelo a Saigon y, tal y como llegamos al aeropuerto, otro guía local nos llevó a conocer Cuchi, centro revolucionario de las guerrillas utilizado como base para el ataque a Saigon. Aunque Cuchi está muy explotado turísticamente (estaba invadido de japoneses), pudimos conocer mínimamente la dura vida de los guerrilleros vietnamitas que vivían, trabajaban, se curaban de las heridas de guerra, dormían y peleaban en los 250 kilómetros de túneles que excavaron durante la guerra con EEUU. Me metí en dos túneles y os puedo asegurar que, sobre todo el segundo, no es apto para cardiacos, altos, gordos y gente con claustrofobia. Hacia muchísimo calor y mucha humedad, y eso que dicen que los túneles están agrandados para el turista y han puesto algunas luces para poder orientarse. Aún con todo, fue toda una experiencia. Salí de allí empapada en sudor y manchada de barro.

Ya de vuelta a Saigon visitamos la Pagoda Vinhghiem , hicimos muchas compras en el mercado central, donde venden todo tipo de ropa muy barata. Allí compramos todos los regalitos que traeríamos a España. Hay que decir que en el mercado nos hicimos amigos de unas chicas a las que compramos casi toda la ropa: un montón de camisas, pantalones, camisetas, polos, etc. Fue agotador estar tantas horas regateando pero fue divertido y fueron muy simpáticas. Hasta nos compraron 2 botellas de agua porque hacia muchísimo calor y nos veían ya agobiados.

La ciudad de Saigon (actualmente se llama Ho Chi Minh, pero a mi me gusta más el nombre de antaño, y los vietnamitas la siguen llamando Saigon) es muy diferente a Hanoi. Es mucho más moderna y actual, menos auténtica que Hanoi, también con muchísimo tráfico y, para que os hagáis una idea, en el mismo centro, en las calles principales y más anchas, hay “policía para turistas” que te ayudan a cruzar la calle porque si no vienes con la experiencia de haber tenido que cruzar alguna calle en Hanoi, se hace complicado el atravesarlas. El truco está en poner un pie en el asfalto, mirar a ambos lados (porque las motos vienen de cualquier sitio) y cruzar lentamente, nunca hay que correr y las motos y bicis te van esquivando; pensad que la moto es su principal medio de transporte y, generalmente, el único; por lo tanto, suelen ir montadas en ella la familia al completo (de media, los vietnamitas tienen dos hijos), y cuando digo al completo, me refiero a los dos padres, a los hijos (incluso bebés de meses), al cerdo (hasta 4 cerdos he visto subidos en una moto), al búfalo, a gallinas y todo lo que uno se pueda imaginar.

Dejamos Vietnam para coger un vuelo a Siem Riep (Camboya) donde visitamos exclusivamente los templos de Angkor. No nos quedan más días y es lo único que podemos conocer, pero nos vamos con ganas de conocer un poco más este país. La verdad es que el viaje a Camboya sube el precio, porque el visado es caro, unos 40 dólares por persona, salir del país cuesta unos 20 dólares, y la entrada a los templos de Angkor son otros 20 dólares por persona y día. Pero vale la pena ver esta maravilla, aunque es cierto que de los muchísimos templos que vimos, los que más nos gustaron fueron Angkor Wat y Ta Prohm, el templo de las raíces. Nos levantamos muy pronto, sobre las 4:30 a.m. y vimos el amanecer en Angkor Wat. Merece la pena el madrugón: la bola de fuego del sol sale con una intensidad que nunca había visto...

Después de esto, ya solo nos quedaron unas 27 horas de viaje hasta llegar a nuestra casa. Tuvimos 2 escalas y muchas horas de vuelo donde conocimos a una pareja que venían de Nueva Zelanda, esperamos que otro de nuestros futuros destinos. Los pobres ya venían con más de 9 horas de vuelo, y gran parte del viaje estuvimos de conversación con ellos para que nos contaran de ese país.

Solo me queda agradecer a Vietnam su acogida y el que nos diera la oportunidad de conocer sus gentes, su comida, sus costumbres, su olor y su sabor, así como a Tho, que nos ayudó a que el viaje fuera tan estupendo.

By Belén Beorlegui

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