VIETNAM
BLOG VIAJE DE HOCHIMINH A HANOI EN 1997- PARTE I
 
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ESTE BLOG PARA FACILITAR SU LECTURA SE HA DIVIDIDO EN DOS PARTES:

PULSE PARA SABER MAS PARTE II

¿POR QUÉ VIETNAM?

Vías del tren Hanoi, Vietnam

Llevamos varios años viajando a Asia y tenemos una curiosidad especial por visitar Vietnam ¿Por qué nos atrae está parte del planeta? Supongo que por lo que todo el mundo sabe o, al menos, si no lo sabe le suena: crecimos con su guerra; las imágenes diarias que en el telediario diariamente nos ofrecía, ¡claro..! en blanco y negro, hacían referencia a la guerra de Vietnam. Vivíamos eso, y se nos quedó grabado en el subconsciente pero, sobre todo, la imagen de Kim Phuc, la niña achicharrada por el napalm. Sigue en mi retina y jamás podré olvidarla.

También el ser un país comunista y haber sobrevivido a la desaparición del telón de acero era otro atractivo para un viaje por esa parte del planeta.

Visitamos numerosas agencias de viajes, recabamos información y folletos sobre ese País. Todos los viajes del mercado incluían el combinado Vietnam y Camboya, entonces no parecía que, comercialmente, Vietnam tuviera mucho interés turístico por sí mismo. Con toda la información recabada parece que optaremos por que ese sea nuestro próximo destino.

Compro la única guía que hay en el mercado, de entonces, para saber qué ciudades se pueden visitar pues, en ese tiempo, no todo el País está abierto al turismo. Las autoridades vietnamitas justifican esa decisión por las dificultades que hay en esos lugares tan remotos al no tener los mínimos imprescindibles para ofrecer ciertas infraestructuras de calidad al gusto de los occidentales. Esa guía era tan primitiva que en 100 páginas despachaba tres países Vietnam, Laos y Camboya, donde indicaba, a modo de ejemplo, que la isla de Catba sólo se podía visitar con un permiso especial que solamente se concedía a estudiosos de la fauna. No era nuestro caso por aquel entonces.

Unos meses antes de la fecha prevista para el periplo acudimos a la agencia de viajes, regentada por una amiga, con la intención de contratar el viaje con una duración de 14 días en Vietnam y extensión de 3 días a Camboya. Pocos días antes de partir hay un golpe de estado en Camboya, en concreto en julio de 1997, Hun Sen se hizo con el poder contra el FUNCINPEC y reemplazó al príncipe Ranariddh (en 1.998 se volverían a celebrar elecciones y el Partido Popular de Camboya y FUNCINPEC llegaron a los acuerdos de que Hun Sen fuera el Primer Ministro, Ranariddh el Presidente de la Asamblea Nacional formara un Gobierno de Coalición, creándose un Senado). Pol Pot (que ese mismo año, 1.998, murió) formaba parte de las guerrillas que hostigaban al Gobierno, sobre todo en las zonas más turísticas, por lo que.. “parece que la cosa se nos pone fea y complicada”, en consecuencia todas las agencias de viajes occidentales cancelan tanto los vuelos como las reservas hoteleras. ¿Qué hacer? La directora no conoce ningún viaje pues todos los que había en el mercado hasta ese momento incluían Camboya; lo que hace imposible continuar con nuestras pretensiones de viajar a Vietnam. Antes de salir de la agencia veo que una señora lleva una fotocopia que dice “Super Vietnam” 319.000 pts . Politours y le pido a mi amiga que se interese por esa oferta.

Efectivamente, había llegado un fax de la agencia mayorista con el cambio en el viaje, sin la visita a Camboya. Era una gran oferta pues habían dejado esa zona sin posibilidad de atraer turismo por culpa del golpe de estado en Camboya. El fax indicaba que se visitaba las siguientes ciudades: Ho Chi Minh, Danag, Hue, Halong Bay y Hanoi, volando con la compañía aérea de bandera holandesa K.L.M. España/Vietnam, vía Ámsterdam, en hoteles de 4ª categoría con desayuno tipo buffet (10 almuerzos y 2 cenas), visitas, excursiones y guía local de habla hispana, durante todo el recorrido.

Ese fax, a la postre, cambio nuestras vidas para siempre pues, aunque este es un blog dedicado a los viajes, la publicación de las consecuencias de este viaje nos desviaría del género literario y, su relato, confundiría la atención del viajero. Sí puedo adelantar que, lo que posteriormente sucedió durante el viaje, afectó a nuestra vida personal y tuvo importantes consecuencias, además de personales, familiares que difícilmente se hubieran dado sin la visita a ese gran País.

Iniciamos el viaje. Salimos el 2 de septiembre de 1997.

Marionetas en Hanoi, Vietnam

Presentación en el mostrador de Politours para canjear el bono por los billetes y los bonos para el destino. Como siempre me toca llevar los papeles de todo el grupo al mayorista en Vietnam. Por lo que veo, el grupo es muy reducido, tan sólo lo integramos ocho personas.

Embarcamos a las 15,10 horas, en un avión ligero con destino a Ámsterdam, en el vuelo KL 414, llegamos a las 17,40 horas. Intento saber, por las caras que están más próximas, quiénes formamos el grupo que iremos hasta el destino final. Hacemos escala en el aeropuerto de Schiphol y tenemos un margen de casi cuatro horas para hacer la conexión, aprovechamos para ver algunas tiendas y curiosear en las dedicadas a la venta de diamantes, así matamos el tiempo de espera.

A la hora indicada, las 20,10, en el vuelo KL 889 partimos en un Boeing 747 con destino a Ho Chi Minh, vía Kuala Lampur (Malasia). Durante toda la noche estoy despierto viendo, en el monitor, las zonas geográficas que atravesamos, este modelo de avión lleva varias cámaras exteriores, en distintas partes del fuselaje, para poder seguir el viaje desde el interior a modo de mapa. Nada más amanecer entramos en Malasia, para aterrizar en Kuala Lampur, a las 14,20 (hora local) y, sin bajarnos del avión sólo hacemos un escala técnica, volvemos a despegar a las 15,25, tras una hora de conexión hemos partido, definitivamente, hasta nuestro destino final. Vuelvo a escrutar el rostro de los pasajeros para adivinar quiénes forman la totalidad del grupo, sin éxito.

Día 3 de Septiembre. Llegamos a la 16,20 horas a la ciudad de Ho Chi Minh (antigua Saigón, río que le daba nombre), el avión da varias vueltas antes de aterrizar por la antigua Saigón y por las ventanillas se ve el trazado que describe el río Mekong y sus múltiples brazos, nos posamos lentamente en la pista central del aeropuerto y asistimos al primer espectáculo que me deja impresionado: en los laterales de las pistas hay muchos hangares de cemento y, en su interior, se esconden aviones de combate “mig rusos”, también veo numerosos búnkeres defensivos, en todo el recorrido hasta que llagamos cerca de la terminal de pasajeros.

Nada más abrir la puerta del avión me abruma el calor y la humedad reinantes que cubren, como una manta, a los pasajeros y nos impregna ese olor tan característico que nos acompañará durante todo el viaje. ¿ A qué huele Vietnam? Es una mezcla de olor a tierra, especias y moho, seguramente por las condiciones climáticas (muchas veces, en algunas partes del mundo, he vuelto a sentir ese olor y el recuerdo ha traído a mi memoria ese familiar “aire” que saturó mi pituitaria, sobre todo en zonas costeras). Nada más tocar tierra nos han rodeado unidades del ejército y numerosos policías, tanto de paisano como de uniforme, creo que son más los que vienen a recibirnos que los que llegamos en el vuelo, seguramente como un signo de cordialidad o, más bien, puede que sea un signo de debilidad ante lo que posteriormente les llegará.

Previamente, en el avión, nos han dado varios formularios e instrucciones para el cambio en moneda local, informándonos de la necesidad de cumplimentarlos y, una vez registrados, nos advierten de no perder bajo ninguna circunstancia las copias, pues son estrictamente necesarias para salir del país. Debemos indicar todo lo que compone nuestro equipaje: cámaras fotográficas y su número de serie, cámaras de vídeo, objetos personales de valor y declaración del dinero que llevamos en efectivo. Después de transportarnos desde la escalerilla del avión en unos robustos y altos camiones de color azul, nos depositan en un minúsculo aeropuerto en el que destacan la nube de ventiladores que penden colgados del techo para mitigar los rigores de la temperatura que, poco a poco, se va incrementando por nuestro lógico nerviosismo, debido a la férrea vigilancia y las largas colas, calculo que en el control de inmigración cada persona puede demorarse 5 minutos hasta obtener la autorización de entrada en el País, te miran y remiran, llaman por teléfono –a no se quién- y sólo se les entiende, de la larga conversación, que citan a “García”. Vuelven a mirar el pasaporte hoja por hoja y repiten llamada… y ¡Pum! Ya estás dentro…

¡Circule! ¡Circule!

Es un control absolutamente intimidatorio, después del control de aduanas, donde el funcionario me hace enseñarle todo el equipo de fotografía y me dice que le gusta mi chaqueta, tipo multibolsillos, se dirige a mí en un inglés, casi, tan malo como el mío. La primera impresión es de que hemos llegado a un país donde existe un férreo control sobre la población pero, poco a poco —y más en el transcurso del viaje—, nos damos cuenta de que es la imagen que quieren dar cuando, en realidad, es un País que está creando las vías necesarias para su incorporación al mundo desarrollado. Nada más abandonar la zona de aduanas nos encontramos a un muchacho de agradable figura que reclama a los pasajeros de la agencia Politours, su idioma es el castellano con acento sudamericano, se presenta con el nombre de “Son”, su traducción no es la de “hijo”, en inglés, como todos pensamos, en vietnamita significa “Montaña”, le hago entrega de toda la documentación del grupo que me habían facilitado en el aeropuerto de Barajas. Comienza nuestra singladura en un gran País.

Por la tarde tenemos la cena conjunta donde, verdaderamente, nos conocemos los integrantes de este afortunado grupo dentro del restaurante en el hotel Mercury, enclavado en el centro de la ciudad, en la calle Tran Hung Dao nº 79.

Día 4 de Septiembre. A las siete de la mañana nos levantamos para bajar a desayunar en el buffet. Este es el primer acercamiento a la cocina de un país que aún no tiene los medios para abrir sus fronteras y poder dar los estándares de calidad que le exige el turismo occidental. Encontramos un comedor de hotel donde hay más camareros que sillas y, seguramente, más que tostadas de pan ¿Cómo es un “buffet libre” en un país con el lastre del veto de la primera potencia internacional? Pues hay una bandeja llena de variadas y exóticas frutas (no muy abundantes en cuanto a cantidad) cuyos colores y formas son muy distintas a las que hemos conocido en nuestros viajes por Asia. Un par de jarras de zumos (de distintas frutas), una pequeña bandeja con fiambre tipo mortadela, acompañada de unos trocitos de queso (imitación francesa), una gran bandeja con pan francés para tostar y un joven vietnamita con una sartén que intenta hacer huevos fritos, seguramente este es su primer día en la profesión de pinche de cocina y no sabe más que abrirlos (como todo el mundo). Bueno, lo de buffet libre indica que puedes levantarte las veces que quieras, repitiendo de lo mismo hasta acabar las existencias.

Tras el buffet, partimos rápidamente para visitar la Pagoda Thien Hau y, posteriormente, la Pagoda Vinh Nghien. Después de esta visita nos llevan a un taller de productos lacados, no le presto mucha atención al lugar pues me parece que está exclusivamente “enfocado” a la venta para turistas. A Mediodía comemos en el restaurante Garden, es nuestro segundo contacto con la cocina vietnamita, en la mesa hay sopa, ensalada vietnamita, pollo frito y rollitos saigoneses, todo ello acompañado con un delicioso arroz, algunos platos pican pero, pican mucho… y nos recuerda, en cierta forma, a la comida de la India.

Por la tarde visitamos el Palacio de la Reunificación “Dinh Thong Nhat”. Es un edificio contemporáneo, construido en 1.966 con mezcla de arquitectura occidental y asiática. Fue el Palacio Presidencial del Gobierno de Vietnam del Sur, "Nguyen Cao Ky ", hasta 1.975 en que fue tomado por las tropas del Viet Cong.

Sirvió durante años para mostrar a los vietnamitas el modo ostentoso en el que vivían los Presidentes de Vietnam del Sur frente a la más absoluta pobreza de su Pueblo. Visto después de 20 años no parece tanta la ostentación, incluso parece un Palacio sobrio. Durante la visita lo que más me llama la atención es el puesto de mando del ejercito de Vietnam del Sur, había una pequeña mesa metálica (sin sillas) en la sala, las paredes estaban decoradas con numerosos grandes mapas de la zona, una gran pizarra donde estaban se mencionaban los países aliados y sus fuerzas dedicadas a la guerra, ¡allí claro! estaba en primer lugar EE.UU. con el numero de soldados (creo que eran varios miles) Australia, Tailandia,.. y en último lugar Tay Ba Nha (España) con 12 soldados. El resto del edificio son salas de reuniones, la sala de recepciones del presidente presidida por dos grandes cuernos de elefantes (como algún presidente africano), la bonita sala de presentación de credenciales, el despacho de trabajo del presidente, decorado con una simple mesa de oficina y una mesa baja con cuatro sillas, la sala de mapas, la librería, la sala de proyecciones (decorada en rojo), la sala de entretimiento, las habitaciones personales decoradas con trofeos de caza, en total más 2.000 metros cuadrados y 95 salas.

Más tarde visitamos el Museo de la Guerra. Contiene una escalofriante exposición de las atrocidades cometidas por los norteamericanos y sus aliados. La masacre de My Lai, las sesiones del programa de tortura "Phoenix". Los sospechosos del vietcong lanzados al vacío desde helicópteros en vuelo. Una vergüenza mundial para el ser humano contemplar los crímenes, sufrimientos, muestras de salvajismo y el fracaso, en general, de todos los valores humanos por ambos bandos, es lo que distingue a esta guerra de otros conflictos contemporáneos. N ada más entrar en el recinto, el jardín esta decorado con tanques, aviones, grandes bombas de 1 Tm —lazadas por los B-52 — , buldózer — seguramente olvidados por el ejército americano — , atendemos a las explicaciones que nos da el guía, “Son”, y pronto notamos una profunda tristeza en el tono de su voz y cómo, casi sin darse cuenta, al avanzar en el relato sus palabras se mezclan con lágrimas que le resbalan por las mejillas. Ya no son lágrimas, ahora se han convertido en desgarrador llanto, pero no un llanto fingido, no, es el fruto de un dolor contenido durante mucho tiempo ¿A quién ha podido contar su tristeza antes? Seguramente que a nadie. Todos los vietnamitas se han puesto de acuerdo (como si de un pacto se tratase) para olvidar lo sucedido durante esa guerra, por eso ese momento fue la válvula de escape que se produjo en su interior: relatarles a unos occidentales similares a los que, diariamente, le hacían sufrir desde el cielo cuando tan sólo tenía siete u ocho años, cómo vivió los bombardeos y el importante papel que tenían en sus recuerdos. Nos contaba cómo tenía que soportar, diariamente, el bombardeo de los caminos desde la salida del colegio hasta su casa en la aldea, cómo eran ametrallados, casi diariamente, y cómo, inocentemente, se ocultaban bajo sus sombreros cónicos convirtiéndolos en “escudos virtuales”. En el interior del Museo pudimos ver las imágenes más horrorosas de una guerra que, aún, estaba en mi retina pero en la que nunca imaginé que se pudiera verter y producir tanta crueldad. Destaca una fotografía con la imagen de un soldado americano, con chaleco y el torso desnudo — en señal de fuerza, supongo —, sosteniendo por los pelos un trozo de cuerpo de un guerrillero Vietcong (por esas fechas no se utilizaba la palabra “terrorista”, de ser así perfectamente se la podría haber titulado “la caza de un terrorista”), dejo reflejado aquí, solamente, que en la imagen aparecía parte del cuerpo destrozado del vietnamita (sólo se veía la cabeza y parte del abdomen, unidos por una camiseta quemada por el napalm). No puedo describir en este relato lo que sentí en ese momento pero fue algo parecido a lo vivido en la India , al sentir tan de cerca la muerte. También había una gran fotografía (por el tamaño, no por su calidad) donde estaban, a modo de revista, lo que por entonces llamaban “ la Coalición Militar ” que habían formado las tropas americanas para la defensa de los valores occidentales contra el mayor de los horrores: “el comunismo”. En esa foto destacaba un general, con la bandera de los Estados Unidos, saludando militarmente y tocada su cabeza por un sombrero como el que llevaba el general Custer o, más bien, era el del general de la película “Apocalipsis New” durante el baño con su tabla de surf en la playa, en medio de un bombardeo con napalm, pero eso no fue lo que más llamó mi atención de la fotografía, lo que más destacaba era la cantidad de banderas que había en la fotografía que, verdaderamente, transmitía la imagen de que allí había luchado todo el mundo contra unos humildes campesinos.

¡Qué sorpresa! ¡También está nuestra bandera! ¡Sí claro! Muy cerca de la principal han colocado la bandera española ¿Qué tropas acompañaron a nuestra bandera? ¡Jamás escuché que hubiéramos luchado en Vietnam!

A mi regreso a España indagué sobre eso y pronto descubrí que, efectivamente, nuestro ejército había estado en Vietnam pero, seguramente, obligado para salir en la foto ¿Premonición de la de las Azores? Por entonces nuestro particular dictador también tenía sus debilidades y debió sucumbir ante las exigencias militares americanas ¡Qué triste, también fuimos responsables de esas atrocidades! Y lo que es más grave: ¡Nunca se hizo pública nuestra vinculación! Ni que hubo españoles, enviados para ayudar al ejército de los Estados Unidos. También descubrí que, en su mayoría, se trató de ayuda, supuestamente, humanitaria y que el grueso de nuestra tropa estuvo formada por unos pocos médicos y enfermeros militares como personal de apoyo. Bueno, me quité un peso de encima al conocer esa noticia ¿Qué falta le hacía al ejército americano un puñado de personal sanitario español? Pues eso, en definitiva, lo que codiciaban era la foto de nuestra bandera dentro de la gran coalición para la defensa de nuestros similares valores.

No quiero abandonar la descripción del Museo sin antes contar que hay tarros conteniendo fetos, de niños, víctimas inocentes de las malformaciones producidas a causa del agente naranja que aquí, en el sur, fue donde más se cebaron con ese agente defoliador, y aún se espera que durante varias generaciones sus efectos se sigan notando. La escena completa no la describo para no entristecer al lector.

Abandonamos el Museo con la moral por lo suelos, seguramente es una de las cosas que más quieren mostrar al turismo: cómo han vivido la guerra y cómo viven la esperanza de la paz.

Cogemos el autobús y nos trasladamos, por una caótica ciudad (por aquellos años eran todo el centro un solar devastado para la futura construcción de grandes edificios) llena mayoritariamente de bicicletas y alguna motocicleta, hasta la Catedral de Notre Dame, cuya imagen pronto destaca del entorno que la rodea, antiguamente fue el edificio más alto del sur de Asia. En la entrada se encuentra la gran estatua blanca de María. El edificio es una elegante mezcla de ladrillo rojo y piedra blanca, con dos torres de aguja y cuya fachada principal mira directamente al río Saigón. Fue construida en 1.877. Notre Dame y sus agujas, vista a través de la frondosidad de los árboles da unas pinceladas pastoral y cristiana a una ciudad muy alejada de la influencia de Roma. Fue cerrada por los comunistas en 1.975 pero, actualmente, vuelve a florecer (no olvidemos que Vietnam ha sido uno de los países asiáticos que más mártires cristianos ha aportado a la fratricida historia de las religiones). Me parece un lugar muy cercano por su similitud con nuestras iglesias, es una copia en ladrillo de la Catedral Notre Dame de París con la diferencia del estilo arquitectónico. En la entrada hay pocos devotos, quizá una o dos personas orando, esto confirma mis sospechas, que anunciaban las guías: aún no está permitida la normalización religiosa y el poder político ve con recelos la expansión religiosa en un país que, todavía, no tiene definida claramente cuál debe de ser, en esta materia, su orientación definitiva. Esta es una impresión muy personal pero creo que la religión cristiana, no lo tendrá muy fácil para su expansión, aún sabiendo su especial dedicación en la parte sur y central del país.

Posteriormente visitamos el edificio de correos, diseñado por la escuela del arquitecto francés Eiffel. Se asemeja más a una estación victoriana de tren que a una oficina de correos. Su estructura interior es muy parecida a las ventanillas del edificio de Correos de Madrid, enfrente está el Palacio Municipal, uno de los edificios más bellos de la época colonial francesa, ante la puerta de entrada se encuentra la estatua en bronce del tío "Ho" con un niño en brazos. Antaño se usó como Ayuntamiento y ahora son las dependencias del Comité Popular.

Más tarde nos adentramos en el mercado de Ben Thanh es un gran mercado cubierto, parecido a un hangar, que se encuentra en el bulevar Le Loi. Muy bullicioso, con los puestos cargados de bienes de consumo: frutas tropicales, pescados frescos y secados al sol, huevos, cajas de madera, zapatillas, cosméticos, ropa y un largo etcétera de variopintos y diversos productos. Disfruta de un orden aparente y su olor no es desagradable. Allí descubrimos, en compañía del guía, los nombres y apellidos de la gran variedad de frutas que vemos por la calle y que jamás antes hemos visto por las latitudes en las que nos movemos, nos informa de cuáles son su sabor, nombre, zona de cultivo y precio. Este mercado me hace recordar al de la Boquería o de Sant Josep, en Barcelona, sobre todo por la colocación de los puestos y por su limpieza.

Ya de noche nos trasladamos al hotel Mercury.

Museo de la Guerra, Hanoi

Día 5 de septiembre. Desayunamos el copioso buffet descrito el día anterior por lo que omito su narración. Antes de partir hacia los túneles de Cuchi le pregunto al guía la posibilidad de extender el viaje hasta la provincia de Tay Ninh para poder ver el Templo Long Hoa y la famosa ceremonia de la religión Cao Dai. El guía nos pide 15 dólares por persona y, previa consulta al conductor, nos confirma el viaje, todos los participantes del tour parecen estar conformes con la decisión. Tomamos el minibús con destino a la provincia cercana de Tay Ninh, son las 8 de la mañana en punto y nos espera un viaje largo y penoso pues, aunque esta ciudad no dista más 100 kilómetros de Saigón, el lamentable y descuidado estado de las carreteras, las bicicletas, y los más variopintos tipos de transporte que utilizan dicho vial, y que hasta ese momento nunca había visto, influyen en el tiempo dedicado a los traslados.

El Templo Cao Dai, situado en la ciudad de Tay Ninh a tres horas de camino y junto a la frontera con Camboya, se alza en unos terrenos de 3 km 2 y está constituido como un complejo de edificios dedicados a la religión Cao Dai.

Cao Dai es una secta religiosa fundada en 1.926 que, en su credo, incorpora una mezcla de cristianismo, budismo, islamismo, confucionismo e, incluso, taoísmo y adopta el sistema jerárquico sacerdotal de la iglesia Católica Romana.

Su símbolo más reverenciado es el Ojo Divino, posiblemente prestado del Islam de Oriente Medio, que ocupa el centro de la espectacular cabecera del templo Long Hoa.

Sacerdotes con extravagantes vestiduras celebran misas cuatro veces al día. Los turistas ya superan en número a los fieles congregados. Una misa en este templo es algo que nunca se olvida: filas de cardenales, clérigos, hombres y mujeres, todos vestidos de blanco, se alinean frente al Ojo Divino en este gran templo, con pilares profusamente decorados y cuyo techo parece un cielo divino. El canto de los coros y la música con instrumentos de madera dan un carácter muy especial a esta misa.

Fundada por Ngo Minh Chieu, funcionario civil vietnamita, y con la mayoría de sus seguidores formada por burócratas que trabajaban para la administración francesa. Al principio se extendió por el Sur de Vietnam y opuso resistencia al Vietcong durante la guerra de Vietnam. Después de la guerra fue suprimida por los revolucionarios pero, en la actualidad, vuelve a florecer aunque parece más por necesidades turísticas que por la propia fe.

Llegamos, justo a las 11,30, para dar una vuelta por el complejo que encierra la ciudad de la religión Cao Dai, que hacía pocos meses que había recibido autorización gubernamental para iniciar sus misas, dentro de un acuerdo para la libertad de culto, con la única premisa de no interferir en la política del Gobierno. Nos reciben varios monjes que nos explican cómo es la misa Cao Dai, quién es su Dios, y qué sentido tiene el espectáculo al que vamos asistir. Por los pasillos laterales del templo accedemos a la planta baja, en su interior destacan las columnas cubiertas por dragones pintados en colores chillones, el techo está pintado en color azul y convertido en un gran cielo, donde brillan hasta las estrellas ?muy parecido a la decoración de las habitaciones de los niños ricos en las películas americanas?, el suelo es de baldosas en varios colores de cerámica vietnamita, caminamos en dirección hacia el altar central donde está situado el “Gran Ojo” que todo lo ve, que preside todas las ceremonias. El monje nos indica que no debemos dar la espalda a su símbolo principal y que tampoco podemos hacerle fotografías. Después de ver el altar, de cerca, nos suben al primer piso por unas escaleras laterales, a unas balconadas donde sitúan a los turistas (no hay más de veinte, incluidos nosotros) para que puedan seguir el acto. Por los laterales, y a ritmo de tac-tac, cuyas notas musicales son entonadas por una pequeña orquesta con instrumentos locales, acceden al recinto los monjes ataviados con trajes de distintos colores en función de la religión de origen del contrayente, no tiene mucho sentido (para mi) aquella mezcla de religiones (en un mundo tan convulsamente religioso) pero parece que en esos momentos asistimos al renacimiento de una religión que en los mares del sur, y antes de la revolución, había tenido mucho poder, tanto en el plano político como en el económico.

Nada más terminar la misa cogemos el autobús para, cerca de Cu Chi, ir a almorzar, llegamos muy tarde al restaurante y nos encontramos solos. Ya no hay vestigios de turista alguno.

Campos de arroz, Vietnam

A primera hora de la tarde visitamos los Túneles de Cu Chi, los más famosos túneles del mundo por su inmensa red subterránea, desde la que el Vietcong libró su batalla en la guerra del Vietnam.

Para conmemorar a los caídos, y en su recuerdo, el Gobierno actual mandó construir un gran templo (una mezcla de cementerio confucionista y los principales símbolos Patrios) presidido por el padre de la nación “Ho Chi Minh” con sus leyendas. En los laterales del monumento se encuentran grabados, sobre mármol negro, en memoria de los muertos, y con letras doradas, todos los caídos en la defensa de esta obra de la ingeniería civil para uso militar llamada “Túneles de Cuchi” o “los hormigueros de personas”. Visitamos este inmenso templo para adentrarnos en la zona de los túneles, el recibimiento es asombroso: el grado de humedad nos hace sudar e intentamos imaginar cómo se podría encontrar un soldado americano con 25 Kg . a sus espaldas: El conjunto comprende unos 200 Km . de túneles que comunican el centro de Vietnam con el sur, hasta llegar a 75 Km . de Saigón ?la capital compartida con los americanos?. Son laberintos, campamentos, falsos campamentos, hospitales, búnkeres, cocinas, etc. construidos en tres niveles.

El primer nivel, situado a tres metros, era considerado como vulnerable a las bombas de los aviones B-52 norteamericanos que, con un peso de 5 toneladas y una destrucción, por hundimiento, de 300 m 2 , además, extiendía sus efectos sobre 5 kilómetros cuadrados, hasta donde se expandía la metralla llevando la muerte, todo ese trabajo de ingeniería civil desafió a las campañas de bombardeos y defoliación de la selva con armas químicas por los americanos.

El segundo nivel, a 6 metros bajo tierra, era el área de seguridad, difícilmente encontrado por los americanos dada su estrechez, unido a los obstáculos para su acceso, se le dotó con numerosas trampas (de pinchos con veneno) que hacía, prácticamente, imposible su localización. Los americanos introducían perros cargados con bombas, pero los vietnamitas defendían este nivel poniendo a la entrada uniformes americanos, lo que despistaba a los perros y producía la explosión sin sufrir daños. Cada nivel está dotado de un sistema de ventilación independiente (por si era descubierto por los americanos e introducían bombas químicas, gas mostaza, gases paralizantes, etc.) lo que las convertía en zonas estancas e independientes, de modo que solamente se veía afectada una zona concreta del túnel, que era sellada inmediatamente.

El tercer nivel, a 10 metros de profundidad, nunca fue descubierto por el enemigo. En él se encontraba el área de máxima seguridad y de descanso, donde los heridos esperaban su recuperación o las tropas esperaban la terminación de los bombardeos en la superficie, llegando a estar hasta varios meses apostados en este nivel para iniciar una nueva ofensiva.

Todo este recorrido por túneles, salas, cráteres, trampas y hospitales de campaña, hace que nos quedemos exhaustos ante tal magnitud guerrera.

Día 6 de septiembre. Nos levantamos, pronto, para el desayuno pues, aunque en el programa de viaje originalmente figuraba como día libre, nos han ofrecido, como alternativa, la visita de un día al Delta del Mekong.

El río Mekong, también llamado el río de los Nueve Dragones, nace a 4.500 Kilómetros de Vietnam, en los altiplanos del Tibet, en la cordillera montañosa de las nieves perpetuas del Himalaya. Atraviesa India, Birmania, Laos y Camboya, donde se divide en dos brazos ?en Phom Penh? antes de penetrar en Vietnam. El brazo principal desemboca en el Mar de la China Meridional, en Vinh Long, y el inferior lo hace en Can Tho. Durante los meses de las lluvias, que abarcan desde mayo a octubre, toda la región se convierte en un lago, debido a que los diferentes brazos inundan los campos de arroz. En la estación seca el delta se convierte en una planicie de color verde dorado, según el grado de desarrollo del cereal.

Es el granero del mundo, con sus cuatro cosechas al año, de arroz además de otras de tubérculos, lo que convierte a la zona en el mayor productor agrícola del Mundo.

El río Mekong es muy tranquilo, comparado con otros de Europa, y para su extensión tiene muy poco tráfico fluvial, sólo algún trasbordador o barcas de pesca lo surcan. Las ciudades de sus orillas son bulliciosas, con mercados flotantes que dan vida a este gran río.

Produce gran cantidad de sedimentos, por la erosión que ocasiona en todos los países que recorre ?principalmente de las montañas?. De sus orillas se extrae, ya sea con grandes máquinas o, simplemente, a mano, el limo fértil que servirá para ganar terreno al propio río, poco a poco se va elevando el nivel de las tierras de cultivo y del propio cauce, para evitar las inundaciones.

El Delta del Mekong está situado en el sur de Vietnam, comprende 11 provincias, tiene una extensión de 40.000 km cuadrados y lo habitan 15 millones de almas, con una clara influencia tropical, pues la temperatura en esa zona oscila entre los 25º y los 26º Centígrados durante todo el año.

Retomo nuestro viaje.

Transporte Camión, Vietnam

Por el módico precio de 50 Dólares por persona contratamos la excursión. A las 8 de la mañana nos está esperando el autobús que nos acerca hasta las orillas del río, ¡Inmenso río!, donde tomamos una barca que nos lleva por sus canales, paramos en una finca llena de huertas para degustar la famosa Fruta del Dragón, acompañada de zumo de coco, y continuamos viaje hasta la ciudad de Vinh Long, donde visitamos el mercado fluvial. Llegamos para almorzar a una plantación, en la que crían un pescado de agua dulce llamado “oreja de elefante”, donde nos recibe el dueño y nos explica cómo se crían los pescados, en recintos laterales al canal principal, se engordan y, posteriormente, pueden llegar a ser degustados en el propio restaurante. Vemos, en una especie de piscifactorías naturales, cómo nadan los peces (de aspecto nada agradable) y pasamos al jardín donde, a pleno sol (y aquí es un sol de justicia), están las mesas dispuestas para el almuerzo. Éstas están presididas por un pez oreja de elefante, empalado en una rejilla utilizada para poder asarlo en la parrilla de carbón. Cada mesa, para ser compartido por los comensales, tiene un pez de esa especie que, si en el agua tiene aspecto fiero, emparrillado más aún; todos los miembros del tour nos miramos, unos a otros, con intención desaprobatoria por el destino de tan singular pescado (seguramente por falta de hambre, achacable al calor), por un momento me llega la imagen de la película española en la que una familia, durante un año, cría un pavo para cocinarlo en Navidad, pero cuando lo llevan a la mesa todos los niños se ponen a llorar al reconocer al protagonista de tan singular plato, eso mismo les pasó a mis compañeros de ágape: ninguno lo probó. Yo, para desafiarles, tomé el empalado, y bien empalado, que estaba en mi mesa y, con ayuda de los palillos chinos, intenté, al menos, probarlo. Miraba, al tiempo que me esforzaba en la faena de desmenuzar el pescado, la cara del dueño del restaurante y veía su tristeza por la imagen que dábamos, pronto imaginé cómo aquel negocio podía sucumbir por falta de interés turístico.

Volviendo al pez: enseguida desistí del intento de terminarlo, el sabor de aquel ejemplar era el de un pez de agua dulce con sabor a “cieno”, bueno, no sé si en las guías de gastronomía existe el sabor a cieno, pero así me lo pareció a mi.

Después hicimos una visita panorámica a la ciudad y, pronto, regresamos en autobús hasta Ho Chi Minh.

Día 7 de septiembre. Otra vez que desayunamos muy temprano, para poder salir hacia el aeropuerto de Saigón, con destino a la ciudad de Danang.

Danang fue la ciudad más castigada de Vietnam por los bombardeos. En ella se construyó la mayor base aérea americana por lo que, cuando cayó en manos del vietcong en 1.975, se convirtió en una ciudad de violenta pesadilla para miles de vietnamitas del sur, y refugiados civiles que lucharon por escapar, por mar, hacia puertos más meridionales.

Verdaderamente, nada más llegar, parece que los americanos se hubieran marchado el día anterior, por su aspecto militar. Nos recoge el autobús y comenzamos una visita panorámica de la ciudad. Pasamos por la antigua base americana, que se extiende a lo largo de varios kilómetros en la ciudad; hacemos una parada para ver el Museo Cham de Danang, consistente en un conjunto de pabellones abiertos y bien planificados, que contiene la mayor colección de reliquias de arte del Imperio Cham, originario de India, esculturas de Siva, Brahma y Visnú en piedra de arenisca, además de altares tallados, lingas y otros símbolos hindúes. La mayoría de las estatuas y esculturas, ejecutadas entre los siglos VII al XV, son figuras cuyo aspecto sensual refleja el papel que la fertilidad ocupaba en ese credo. Tienen alguna pequeña reminiscencia de los templos eróticos de India o Indonesia, sinceramente, hasta ese momento no había oído hablar de ese tipo de arte, por lo que fue toda una sorpresa su descubrimiento.

El museo no está en buenas condiciones de mantenimiento y su olor a moho lega persistentemente hasta el fondo de las fosas nasales. La distribución del recinto es totalmente abierta, con amplias puertas y ventanas, confundiendo a veces la exposición interior con la exterior, las figuras están dispuestas como las habían dejado los franceses en su partida, hasta este momento el tiempo no ha pasado por allí, parece como un armario largamente olvidado, todas las figuras están llenas de polvo, casi no se han molestado sus cuidadores en un mínimo de mantenimiento. Las paredes interiores, en color amarillo, en algunos rincones están llenas de verdín, pareciera que estas consideraciones hagan desmerecer su interior pero, muy al contrario, en su interior se alza un verdadero mar de joyas, con esculturas representativas del arte Cham que, gracias al tesón coleccionista ?otros les achacan su afán de expoliar— que tenían franceses, se han podido salvar de las guerras para gozo y disfrute de las próximas generaciones. Por un momento parece que me encuentre en la ciudad de Khajurâho, capital del antiguo reino de Bundelkhand en India. Este museo parece extraído de templos, en particular hindúes, que presentan una exuberante decoración figurativa escultórica, mezcla de lo cotidiano y lo mítico, lo humano y lo divino; ahora, al amparo de la filosofía Tantra, que extiende su erotismo por cualquier elemento arquitectónico: basamentos, soportes, ménsulas, dinteles, paramentos... En este sensual relieve encontramos la exaltación abierta del amor, ya que la procreación es el origen de todas las cosas, siguiendo la filosofía tántrica. Y todo desde una particular visión de la mujer ? muy feminista ? que, en occidente, es tan difícil de encontrar en los siglos pasados y que aún perdura. Esta sociedad se ha desarrollado desde un prisma matriarcal, pues vive en un mundo dominado por la mujer, dado que los hombres fallecían en continuas guerras y en las aldeas solamente quedaban las mujeres, los niños y los ancianos.

¡Qué agradable! Tenemos ante nuestros ojos todo un mundo por descubrir con esta visión del museo.

Inmediatamente partimos, con destino a la ciudad de Hoi An. En el camino almorzamos en el restaurante Tam Tam y aprovechamos para visitar las Montañas de Mármol.

Cueva de la Montaña Marmol, Vietnam

Las Montañas de Mármol, que son cinco (del material que les da nombre), están dedicadas al culto budista. Situadas a 11 kilómetros de Danang, cada una de ellas representa a uno de los cinco elementos de la naturaleza: fuego, agua, tierra, madera y metal. La más grande, y en la que nos detuvimos, recibe el nombre de Montaña Mármol, se halla decorada por un gran Buda de Mármol y contiene algunas esculturas y nichos en piedra (obviamente, dentro de una inmensa gruta). La visita comienza su acceso por unas empinadas, y altas, escaleras hasta llegar a la pagoda exterior, dentro de un primer nivel, luego un poco de esfuerzo más para llegar hasta el segundo nivel, donde está la gran gruta que alberga al Buda de Mármol, esculpido en su interior. la gruta tiene un gran orificio superior que permite el paso a un gran haz de luz solar, además de proporcionar la vista de la densa vegetación que hay en el exterior, que ilumina, de forma natural y misteriosa, la imagen de Buda. Dicen los lugareños que este cráter fue producido por una bomba americana pues, estas grutas, servían de refugio para los guerrilleros vietcong.

Por la tarde llegamos a la ciudad de destino Hoi An. Situada a 19 kilómetros de Danag, era un antiguo puerto comercial de Asia, similar a Macao y Malaca. Esta ciudad, cuyo nombre original era Faifo, fue, en los siglos XVII y XVIII, el enlace comercial más importante de la región, a la que llegaban los barcos que transportaban mercaderías de oriente hacia occidente. También fue el primer lugar de Vietnam donde los chinos se asentaron y tuvieron el primer contacto con los misioneros cristianos, a lo largo del siglo XVII. Hoy en día muchas de sus casas, tiendas, almacenes, lugares de reunión de clanes y templos continúan exactamente igual que en la antigüedad. Los edificios se restauran con objeto de crear un magnífico museo viviente. Está construida en un estilo arquitectónico comercial Chino de los primeros años del siglo pasado. Su decadencia no llegó hasta que en el río Thu Bon, en el que se mira, se hizo la navegación más y más difícil, debido a la sedimentación en sus orillas, perdiendo casi la totalidad del puerto marítimo.

La mayoría de los edificios de la ciudad son históricos, como el Puente Cubierto Japonés, construido en el siglo XVI, alrededor del que se centraba la actividad de la ciudad durante los siglos pasados.

Nos acomodamos en el hotel Hoi An, situado en la calle Tran Hung Dao nº 6, justo en la entrada a la ciudad antigua, su estilo arquitectónico es una adaptación del edificio francés, que fue en su momento, seguramente dedicado al noble oficio del funcionariado, por su esplendor, ahora convertido en hotel, con todas las excelencias y comodidades que en estos momentos se puedan pedir: un amplio ventilador, un dosel en la cama que sujeta una mosquitera ?que es imposible de desplegar por el polvo que la sujeta al techo? y una ducha ?construida apresuradamente, en la que destaca un grifo simple y un desagüe, en el mismo suelo de la habitación, que hace que se inunde toda la habitación, llegando el agua hasta casi la propia cama, pero gracias al calor, visto y no visto, en breves minutos está todo el suelo seco?.

Llegamos, como a las cuatro de la tarde, con tiempo suficiente para iniciar un recorrido por las calles principales de esta singular ciudad. “Son” nos indicaba que gracias a Dios esta ciudad quedo sin sufrir daños y es posible enseñarla al mundo como un gran atractivo por su calidad artística.

En la actualidad, esta ciudad, ha ganado toda la pujanza económica de antaño al ser expuestas al turismo todas las joyas que encierra, le ha sucedido, un poco, como al Museo Cham, de la ciudad de Danang que acabamos de visitar, gracias al olvido y al polvo que les han cubierto, ha sido posible su conservación y su, posterior, redescubrimiento.

En estos momentos el turismo está emergiendo y, multitud de artesanos y de otros trabajadores, se adaptan vertiginosamente ante lo que se les viene encima. Visitamos una casa dedicada a la fabricación de tumbonas, de las utilizadas para el descanso de los guerrilleros del vietcong, es una simple tela cuadrada de color verde caqui que tiene, en sus dos extremos, un dobladillo por donde se introduce una cuerda que servirá de sujeción al árbol correspondiente, de esta forma tan sencilla podían descansar alejados de la humedad del suelo, así conseguían mimetizarse con el terreno durante la guerra. Compro una de éstas, con la condición de que debe de estar hecha no para un Vietcong de 40 kgs y 1,50 m. de alto, en mi caso, para soportar más de 100 Kg. y 1,80 m. de altura, tras las oportunas comprobaciones técnicas, y después de numerosas tomas de medida, quedamos de acuerdo para el día siguiente en recogerla, previo pago de 9 dólares.

También visitamos un taller dedicado a la costura para que le hagan un traje, de estilo chino en seda, a mi mujer y, además, encargo trajes para sendas niñas de la talla de ocho años, previa advertencia que los ocho años son europeos. No hay problema, nos responden, traen un niño de ocho años y nos dicen que el resultado de la confección será mucho más grande, por lo que quedaremos satisfechos con la compra. Nos citamos para el día siguiente y entregamos una señal de 30 dólares, para el pago de los tres vestidos, claro está que el de mi mujer vale 20 dólares y 10 cada uno de los pequeños. De esta forma, deambulando por esta bonita ciudad, nos hacemos una idea de cómo será la vida en el futuro, que poco a poco se les está abriendo.

Como no hay muchos turistas en la ciudad, y la noche se echa encima, nos metemos en uno de los múltiples restaurantes que se agolpan en cada casa, nos parece el más apropiado, en su interior ?en este momento? estamos todos los integrantes del grupo que componemos el viaje.

¡Qué casualidad! Sin querer nos hemos puesto de acuerdo para terminar juntos en el mismo sitio. Allí degustamos, casi sin querer, una especie de fetuccinis rellenos, que para sí quisieran muchos restaurantes de Italia. Desgraciadamente, nunca más volvimos a probar un plato semejante durante el resto del viaje.

Búfalos de agua, Vietnam

By A. López

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