portugl
PULSE PARA ENTRAR EN LA PRESENTACIÓN PULSE PARA ENTRAR EN SU ARQUITECTURA PULSE PARA ENTRAR EN SU HISTORIA PULSE PARA VER LAS FOTOGRAFÍAS PULSE PARA VER LOS PLANOS

HISTORIA DEL MONASTERIO DE ALCOBAÇA, PORTUGAL

 
Directorio:

La abadía cisterciense de Santa María de la Victoria de Alcobaça, fue edificada en una pequeña ciudad situada en el centro del país muy cerca de la capital Lisboa en una región agrícola fértil. Da nombre a la ciudad la unión de los dos ríos que la bañan, el Alcoa y el Baça.

Fue fundada en 1153 por D. Manuel Henriques, mediante una donación del rey Bernardo de Claraval. Su construcción fue iniciada en 1178, pero no pudo empezar habitarse hasta 1222.

Fue la abadía más grande de Portugal perteneciente a la Orden del Cister, su estilo es gótico, con una austeridad y pureza de las formas muy propias del espíritu de San Bernardo.

En tiempos de D. Sancho y D. Alfonso II los cistercienses tuvieron su época de máximo esplendor, trabajan en la construcción de la iglesia y el convento, desarrollaron una política de explotación de las tierras a su cargo que les hice disponer de una gran poder económico. Tenían como norma la vida decorosa e interior, llena de trabajo y silencio.

El rey D. Dinos mando construir el claustro que se le llamo del “Silencio”. El refectorio es una obra destacada del conjunto con su magnifico púlpito llamado del “Lector”.

Durante el terremoto de 1755 quedo muy dañado el conjunto del monasterio y Manuel I se encargo de rehabilitar el claustro de D. Dinos I, el Coro y la Sacristía Nueva así entra en el conjunto el estilo nuevo llamado Manuelino. La actual sacristía fue reconstruida en el siglo XVIII, posee un techo muy trabajado pintado en azul, oro y blanco.

El cardenal abad D. Alfonso y D. Enrique mandaron ampliar el monasterio construyendo el claustro y un palacio abacial, que más tarde paso a ser la hospedería.

Ante la prosperidad económica y la modificación de la vida monástica, permite iniciar las grandes obras y reformas, como la cocina, que nos llama la atención por sus grandes chimeneas. Se construye una de las mejores bibliotecas del país, se renuevan los altares, hasta llegar a los estilos más recargados de finales del siglo XVIII.

En 1786 el monasterio recibe la visita de D. María I e inaugura el panteón real donde se trasladan los túmulos de D. Pedro, de Doña. Inés de Castro, de Doña Urraca, de Doña Beatriz y de algunos infantes.

Durante el siglo XVI, los monjes abandonan la exclusividad del trabajo en el campo pasando también a incorporar el cultivo del arte y las letras. Durante esta época los monjes se les conoce como “barristas” pues trabajan la escultura en piedra, madero y sobre todo en barro policromado.

En la sala de los Reyes, construida en el siglo XVIII, se encuentran colocadas en ménsulas, a media altura, donde se colocan las estatuas de los reyes de Portugal, desde D. José, todo ello en barro policromado obra de los monjes barristas.

En el transepto de la iglesia se colocaron los túmulos funerarios de D. Pedro y de Doña Inés, dos obras de arte del estilo funerario gótico portugués. Primero de construyó la dedicada a Doña Ines (el amor del rey) en la decoración se describe la historia por medio de figuras alegóricas, ella se encuentra vestida a la usanza de la época, la cabeza apoyada en un almohadón protegida por un baldaquino mientras que unos ángeles la rodean, a sus pies un pequeño perro consuela su soledad. En los frisos se alternan las armas de la familia Castro con las portuguesas, escenas del Nuevo Testamento; en la cabecera un Calvario y, en el lado opuesto, el Juicio Final.

El rey aparece vestido y armado de caballero, tiene a la espada como emblema de la justicia, mientras seis leones lo soportan y un lebrel, símbolo de la fidelidad, yace a sus pies. En los frisos se reproducen escenas de la vida de San Bartolomé y en la cabecera, un rosetón: se trata de tres circunferencias concéntricas, polilobuladas y llenas de pequeñas figuras entre las que se adivinan hechos de la vida de los amantes y una leyenda que dice: hasta el fin del mundo. A los pies aparece simbolizada la “buena muerte” tal y como se concebía en la Edad Media y que se acerca a la que tuvo el monarca

Estas dos piezas son grandes obras por sus detalles del trabajo manifiestan una suma perfección propia de la escuela de Coimbra, uno de los principales focos en el que por razones históricas se citaron los más refinados maestros que trabajaron la dócil piedra calcárea de la región.

En 1834 mediante la extinción de las ordenes religiosas lleva a los monjes abandonar el monasterio sumiendo al conjunto en un autentico caos, la invasión de los franceses contribuye a arruinar un poco más su frágil situación. Una parte de la decoración desaparece y la otra se distribuye en museos. La gran Biblioteca que atesoraba una gran cantidad de obra incunable, fue dividida entre la Biblioteca nacional y los Archivos Nacionales de la Torre de Tombo.

 
Para conocer la historia de D. Pedro I e Inés de Castro:
 
PULSE PARA CONOCER LA HISTORIA
   
PULSE PARA IR AL PRINCIPIO DOCUMENTO